Clara Soler

Hace tiempo que quiero escribir este post, pero nunca encuentro el momento…
Como sabéis aquí hablo de experiencias, sueños, emprender, algo de social media (poco porque hay gente que lo cuenta mucho mejor que yo!) en definitiva, de las cosas que me pasa día a día.
Hoy os confesaré algo. Siempre he sido una persona impaciente, cabezota (como buena tauro) que de pequeña quería las cosas para ya! Pero emprender ha cambiado mi forma de ser por completo.

Durante estos años he aprendido que las cosas no llegan cuando uno las quiere sino en el momento justo que las necesitas. Por mucho que desees obtener algo, que lo quieras ya, que te cabrees sino llega: un contrato, un correo, un “sí, adelante”, un pago, un objetivo, una factura… no sirve de nada. Viene en el momento menos esperado, pero cuando más lo necesitas, cuando estás al límite de tu paciencia, cuando menos te lo esperas, cuando ya casi lo habías olvidado. Llega en el momento que tiene que llegar, pero llega. Hay que tener paciencia.

Desde que empecé este camino, la vida me ha ido cambiando a base de palos pero también de alegrías. Cuando los primeros meses no veía resultados me desanimaba. Cuando pasaban 3 meses y no había cobrado una factura me cabreaba (ahora lo sigo haciendo pero no es cabrear, cabrear, sino enfadar. Es lo mismo pero más light). Cuando alguien me decía tengo un proyecto para tí, lo quería esa misma semana, y si pasaban meses y no tenía noticias, me sentía engañada, estafada. Me habían arrancado la ilusión de golpe, como cuando alguien te da un caramelo de pequeña y te lo quita después de los labios. Esa misma sensación, pero multiplicada por mil. Llamadme impaciente si queréis.
Cuando emprendes aprendes a no recibir una nómina a final de mes, a no saber cuando un cliente te pagará, a que las cosas no lleguen cuando tu las quieres sino cuando te tocan. Aprendes a esperar, a subir escalón a escalón, a no saber si este mes podrás o no podrás pagar lo que debes. Aprendes a vivir en una incertidumbre constante, esa que te da vida y te la quita al mismo tiempo. A que las cosas cuestan mucho y no hay que malgastar, a que tu tiempo es oro pero te lo pagan como bronce. A medir tus emociones.
El día a día te plantea retos difíciles de cumplir, problemas complicados de asumir pero muchos sueños por vivir.
He aprendido a ir poco a poco porque todo llega. Todo llega a su tiempo, a su debido tiempo. Aunque no sea el momento o el instante que yo quisiera, pero llega. He aprendido a valorar el esfuerzo, a controlar las emociones, a ilusionarme de forma comedida porque no quiero llorar por el caramelo sino disfrutar de él. He aprendido a cumplir sueños fruto del trabajo, del esfuerzo y del tiempo. Porque todo llega. solo hay que tener paciencia, mucha paciencia. Pero saber esperar porque todo llega…

3 Responses

  1. Hola Clara, no entiendo como no tienes ningún comentario en este post con lo bueno, intimista y emprendedor que es.
    Entiendo perfectamente tus vivencias. Yo en este momento estoy lanzando una App llamada BuonJobs que aparte de mucho dinero y esfuerzo que me está costando, tengo que luchar con infinidad de: esto no va a funcionar, mejor ahorrar, es muy difícil, etc. Pero siempre he ido a contracorriente (y no soy Tauro) y tiendo a escuchar, pero no a renunciar, por lo que creo que es beneficioso para mi, mi familia y mi entorno más cercano.
    Espero que tengas mucha suerte en la vida!!!

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